El CrossFit se basa en movimientos funcionales con variedad constante ejecutados en alta intensidad.
En teoría esta definición debería bastar para entender qué es el CrossFit, por qué está de moda, si deberías probarlo o no y si te cambiara la vida para bien o para mal… hombre si fuera para mal ya te digo yo que este blog no estaría aquí (da mucho trabajo y hay formas menos sufridas de autodestrucción, más caras también)
Pero esta definición no suele ser suficiente. Ni por asomo.
Antes de entrar en materia, quería avisarte, si todavía fuera necesario, que si buscas justificaciones para ser un detractor de esta “moda americana” tratando de encontrar estadísticas objetivas y contrastadas del alto índice de lesiones que el CrossFit produce a quienes se han enganchando a estos gimnasios minimalistas y rutinas imposibles…
Lo siento, sigue buscando.
Ya sea que practiques la calistenia, la natación, el yoga o el culturismo, no estamos para eso. Y sino practicas ningún deporte salvo el sofing y zapping, te animamos a que los combines con alguno de los mencionados arriba, por aquellos del equilibrio Zen y demás.
En otros (muchos) sitios de internet podrás ver comparativas de atletas de uno y otro deporte, en el que se trata de dilucidar de forma “objetiva” qué deporte es “mejor” o “más completo”.
Pero basta con ser medianamente sincero con uno mismo para entender que es una soberana estupidez; que cada deporte tiene sus objetivos diferenciados y está estructurado en consecuencia, es decir, un culturista busca bajar su grasa corporal a la vez que aumenta su masa muscular de forma simétrica y equilibrada, mientras que un maratonista busca recorrer el máximo de kms sufriendo el mínimo desgaste…
Lo que pasa es que en la inmensa mayoría de los casos (siempre habrá excepciones) nadie se apunta a un gimnasio de barrio con el objetivo de ser el próximo Phil Heath el verano próximo.
O sale a correr a la calle en un arrebato tras ver el documental Super Size Me con el objetivo de presentarse a la próxima maratón de Nueva York.
No, lo normal, es querer hacer ejercicio para encontrarse mejor con uno mismo, eso que decimos de “ponerse en forma” pero sin aburrirnos o “perder unos kilitos”… y con ese objetivo en mente casi cualquier deporte (el sumo no) nos valdría.
Pero resulta que el CrossFit ofrece eso mismo, y mucho más a todo el que pasa por la puerta del Box (así se llaman los gimnasios en el mundo de CrossFit), a todo el que pasa por la puerta del Box, si, independientemente de su condición física, edad y objetivos ya que los ejercicios se adaptan o se “escalan” en función de cada persona y es responsabilidad del “Coach” (entrenador; está te la sabías) asegurarse que los estás haciendo de la forma correcta.
En un Box que se precie, nadie empieza de lleno en una clase y se suma al WOD (Workout of the Day: rutina de ejercicios del día, en nuestro blog vas aprender inglés sí o sí) sino que previamente tiene unas “clases particulares” en los que aprende los fundamentos o los movimientos básicos que usará en los WODs, y todos sus variantes como los Murph.
Es en estas clases iniciales donde ya percibimos en qué estado físico estamos, llevándonos la sorpresa (de forma habitual) de descubrir el poco equilibrio que tenemos, la nula coordinación motriz y, en demasiados casas, lo oxidada que tenemos aquello de la flexibilidad…
Una vez habiendo superado esta primera fase, y conseguido sobrevivir a las agujetas…
Empieza el sufrimiento real.
Muy buen post, de lo mejorcito que he leído sobre el tema! Seguid así de inquebrantables!!
Gracias Inma, seguiremos subiendo buena información con nuestro toque. Ya eres una de las Inquebrantables.